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12 El Señor vigila cuidadosamente al sabio, pero desbarata las palabras del mentiroso.

13 Al perezoso no le faltan excusas: «¡Hay un león allá afuera! —dice— ¡Me matarán en la calle si salgo!».

14 La boca de la mujer adúltera es como un pozo profundo; en él caerán los que han hecho enfurecer al Señor.

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